COLITA, EL FLASH DE LA GAUCHE DIVINE

¡Ponme tres Dry Martini!  Orson Welles, Joan de Sagarra y Juan Marsé, sentados en la barra, miran bajo las faldas de la Gimpera. A su alrededor, ricos, jóvenes y guaperas de izquierdas bailan al son de las paredes del Bocaccio. Entre el humo de los puros, un FLASH. Colita.

En una época en que la cultura era “sexy”, Colita plantó cara al franquismo con sus retratos en blanco y negro. Frivolidad, belleza, la alta cultura barcelonesa…sus imágenes eran un signo de liberación, de alegría ante un mundo gris y apagado.“No nos quedó más remedio que crearnos una nueva vida porque la oficial era un auténtico desastre. Vivir bajo el régimen franquista era una humillación”, decía Colita. Tras 44 años cargando cámaras, su nombre está asociado al Bocaccio (junto a los fotógrafos Oriol Maspons, Xavier Miserachs), a la Escuela de Cine de Barcelona y ante todo a los retratos de Antonio Gades, Joan Manuel Serrat o Elsa Peretti.

1940. Colita –Isabel Steva – nació a la hora de la siesta. Se negó a seguir los estudios de farmacia como deseaba su familia y se acomodó en el terrado de su casa, instaló su “lavadero-laboratorio”.

1967. Inauguración del Bocaccio. Un año en que Colita dejaría para siempre a Isabel, para ser eternamente Colita. “Todo era una broma que cayó en serio”. Seguramente sin Gauche Divine no existiría Colita y, sin ella, Gauche Divine sería tan sólo un recuerdo. Joan de Sagarra – inventor del nombre de la Gauche Divine – asegura que las fotografías son el reflejo de la diversión que caracterizaba las noches del Bocaccio. “Estaban bien porque eran imágenes con coña, como en las que se ve a Castellet con las señoritas y a Herralde con las secretarias. La broma es lo que ha hecho Colita toda la vida”. Incluso su exposición de las fotografías pareció una broma. La policía la clausuró al día siguiente. Los retratos de todas aquellas extravagantes personalidades, que pasaban las horas tras los gintonics, se expusieron en las galerías Aixelà (1971), patrocinados por Oriol Regàs, propietario del Bocaccio. “Yo tomé la decisión de ser fotógrafa porque estaba en ese ambiente. No lo hacíamos para ser ricas. En aquella época la única forma de plantar cara al franquismo era con la cultura”, explica en el libro Gauche Divine (2000), escrito por Rosa Regàs y Oliva María Rubio

2011. La Gauche Divine aún sigue viva. Ni los cuarenta años que nos separan han borrado la huella de aquella Peretti desnuda, con un gallo sentado en su sombrero. “Colita aportó un testimonio no sólo visual, si no muy interpretativo sobre las personalidades que iban al Bocaccio”, explica Javier Coma. Escalas de grises de superficialidad, una mezcla de cultura y progresismo y alguno pasado de vueltas. “Ella remite a aquella realidad. Logra mostrarlos divinamente frívolos, afortunadamente frívolos. Podemos ver la búsqueda del placer, el disfrute de lo prohibido. Ella retrató ese mundillo maravilloso, pero también el de la aristocracia rancia. Las fotografías de Colita eran las mejores, sin duda”, dice Juan Marsé.

               Gógo-girls, diseño y moda, publicidad, espejos retratados en su cámara de los setenta. La fotógrafa ha pasado a la historia por sus primeros planos, provocativos y sexuales de la discoteca más famosa de Muntaner. “Sus imágenes nos enfrentan a lo que un día fueron. Éstas son un recuerdo de esa época, instantes detenidos y congelados por la fotografía que ahora nos son devueltos, y con su presencia manifiestan su resistencia al paso del tiempo”, se exalta Rosa Regàs al recordar la que fue la memoria de la Gauche Divine, el flash y amiga de aquellos años de locura.

Ahora, si se le pregunta sobre esto, Colita contesta; “Ya he hablado mucho de la Gauche Divine, siempre me encasillan en esto. La he dejado en un armario y no quiero saber nada más. No pienso hablar nunca más de ello”.

S.C. y A.M.

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